Viernes por la noche. Salía del trabajo. No sabía qué cenar, tenía en mente unas papas fritas, una soda y un poco de hierba.
Había algunos discos que aún no terminaba de escuchar. Durante la mañana tenía en la cabeza una tonada de una canción de Arcade Fire, aunque me costaba trabajo saber qué canción era: me distraían las ofertas de mierda por el altavoz. Sí, trabajo en un puto supermercado. El plan era que sonara esa canción al azar, que me cayera de sorpresa, me motivara o me tumbara. Justo lo que me estaba pasando estos últimos días. No, no me sentía bien.
El trabajo termina más o menos a las diez de la noche, aunque algunas veces se demora un poco más. En ese instante, cuando era tiempo de irnos, recuerdo que la mayoría salió muy rápido, casi en un parpadeo miré al fondo y no había nadie más. Me quedé solo allí, tratando de entender esa extraña ausencia muy poco convencional: soy una persona muy sociable y la mayor parte del tiempo hay alguien conmigo. No me sentía bien pero tampoco mal, solo era extraño. Comencé a guardar mis cosas, sin presas, dejando que el tiempo se convirtiera en mi aliado y me ayudara a entender lo que ocurría en ese momento. Podía sentir mis pasos en todo su esplendor, caminando por allí en los pasillo de la bodega, directo a la salida.
Listo. Estaba afuera. Ahora no sabía qué hacer.
Tomé el camino más largo hacia mi casa, no me haría daño estirar las piernas un poco. Quería llegar pero a la vez no. Extrañaba mi sofá pero tampoco quería encerrarme otra vez. Puta pandemia. Entre cada paso lento, muy lento, intentaba pensar en una excusa para no llegar a casa. No se me ocurría nada. ¿Una visita sorpresa? Pero vamos… ¿quién mierda querría hablar conmigo un viernes por la noche? Beber tampoco era una alternativa, estaba mal pero no soy un pendejo.
Miré el reloj discretamente: 12:45 am. Se sentían más bien como las dos de la mañana. Caí en una breve crisis. No sabía qué hacer, estaba solo, me sentía solo, tenía hambre. Pensé de inmediato en lo que aún conservaba en ese momento: me tenía a mí, un par de billetes, una chaqueta de mezclilla, un gorro verde y unas pinches ganas de gritarle al mundo que se joda.
Volví a mirar el reloj: 2:48 am. ¿En qué momento pasó el puto tiempo así de rápido? Mierda.
Me sentía molesto conmigo mismo, sabía que tendría que estar en mi casa durmiendo, y así mismo preparándome para hacer cosas para la mañana (no tenía nada qué hacer, nada tenía sentido). Aunque también sabía que estaría peor que aquí.
Decidí ir a cenar algo. Después de caminar un poco, miré a un tipo con buena pinta, tenía un puesto de hamburguesas. Carajo, vamos.
Pedí una hamburguesa con queso, me puse los audífonos y el reproductor en aleatorio seleccionó Asleep de The Smiths. Alguna vez la dediqué a una chica que amé mucho.
Un par de mordiscos a esa hamburguesa. Joder, una de las mejores que he comido en la puta vida. Miré esa noche como cuando vi el mar por primer vez. Y bueno, supe que todo estaría bien, tarde o temprano.
Para ti, con mucho cariño.
Fotografía por perezful
Estudiante de sociología y escritor de mierda.