Recuerdo cómo fue nuestro primer beso. Nuestros labios encajaron perfectamente como si hubiesen sido hechos los unos para los otros, pero nuestro último beso es sin duda algo que no puedo sacar de mi mente y podría jurar jamás olvidaré.
Nos besamos sabiendo que ese podría ser el último. Así se sintió. Te juro que te besé con el alma. Nunca había besado así. Me abrazaste pidiéndome perdón como si de verdad lo sintieras, como si estuvieras consciente de que me estabas rompiendo el corazón y te doliera. Dime, ¿cómo te puedo odiar si hasta eso hiciste bonito?
Fotografía: Alexis Vasilikos