Ahí donde yo me miraba, donde me encontraba a mí misma. Ahí nos encontrábamos, ahí el destino chocaba y se enlazaba. Y aunque no me sentía a salvo, podía sentirme real, sin prejuicios, hallada.
Cuando yo trataba de entenderme, tú sólo me decías -Es normal, a todos les pasa-. Recordándome mi frágil existencia. Eso tenía tanto valor para mí. Porque no lo decías para conseguir algo, parecía que ya te habías dado por vencido conmigo. Y aún cuando yo ya conocía esa sensación de que alguien ve más allá en ti, esa sensación que se crea cuando alguien te mira profundamente y en sus ojos lees todo lo que tú no comprendes, sin preguntar nada, nada. Aún cuando ya había reído y sentido paz, eras distinto a todo lo que había visto antes, eras más.
Fotografía por Denis Ryabov
No escribo porque no pueda hablar, ni para entenderme, sino porque no tengo más remedio.