Entre otras cosas

Unos pocky’s.

Eso fue lo primero que te regalé.

¿O fue el pizarroncito con pequeños post-it de colores llenos de gis que se despegaban y manchaban tu ropa?

Ya no lo recuerdo. Nos regalamos tanto o tan poco, que empiezan a desvanecerse esos recuerdos; supongo que es normal. Tú también te estás desvaneciendo.

Leí hace poco sobre las primeras citas. Típicas parejas de jovencitos yendo al cine… con  palomitas, nachos; algunos otros van por un helado en promoción 2×1. Otros simplemente van al parque a platicar. Pero tú y yo hicimos todas esas cosas. Tú y yo fuimos a diferentes cines, diferentes heladerías, diferentes… ¿parques? O quizá siempre fue el mismo parque…

Ese parque.

Ahí lloré; lloraste.

Ahí nos besamos; me besaste.

Ahí te besé; Cuantas veces ahí te besé…

No pienses mal de este texto sin rumbo, mis palabras no tienen un camino y estos recuerdos no tienen un objetivo, así que supongo sólo quiero mantener en algún lugar las fotos mentales que tengo sobre ti. – Pictures of you – Diría esa buena canción que en ocasiones escucho…

A veces te escribo, pero también le escribo a mi mamá y a mi hermana, al chico con el que salgo y a los chicos anteriores con los que salía. Obvio es normal ¿no? Expresar las cosas en textos es mucho más romántico y perenne; además, acá entre nos, Se dramatiza mucho más la realidad a mi favor y a mi juicio… Pero espero que las cosas que me duelen o las que me hicieron feliz hayan sido mucho más sencillas de lo que recuerdo, como sea. A veces me gusta escribirte.

  • ¿Cómo te va? Espero que bien – te decía de vez en cuando, nomás para hacerme presente. Perdedora.

En fin, volvamos al parque. Ese parque fue escenario de muchas cosas pero éramos unos niños. La misma clase de niños que van al cine, por helados y a parques. Vaya. No somos especiales ¿verdad? si lo fuéramos no estaríamos separados y estaríamos viviendo un amor eterno, un amor recíproco y seguiríamos construyendo recuerdos sin importar que todos los anteriores ya los estuviera perdiendo.

Pero si no somos especiales, ¿por qué estoy escribiéndote? ¿Tú lo sabes? Porque la verdad no es que le escriba ni a mamá ni a mi hermana.

Me gusta cuestionarte y cuestionarme como si estuvieras aquí, y es que a veces hago conversaciones contigo en mi mente, pero no porque no pueda olvidarte. Honestamente cuando ya no supe si fueron pocky’s o un pizarrón, generé un arquetipo de mejor amigo imaginario con tu rostro, para evitar olvidarte, ugh, intentar o evitar olvidarte.

En mi última conversación con el “tú imaginario” platicamos sobre el collarcito con aretes que me regalaste – en una bolsita rosa -. Sabías que me encantaría y lograste tu cometido, me lo diste sentados en el metro y estarías más emocionado tú que yo aunque sinceramente ya no lo sabré, pues no estás realmente aquí, y ésta platica con el otro tú: “mi amigo imaginario”… es una horrible falacia. El collar lo encontré entre mis chucherías y sólo por eso tuve una plática imaginaria contigo, porque sólo así apareces en mi mente ya:

Una cotidianidad me juega una trampa con algún objeto, lugar o circunstancia y aparece mi buen amigo imaginario con tu rostro, que sé te caería bien.

Es como tú pero siempre es amable, relajado. Sólo dice lo que yo quiero escuchar y en eso es en lo único que no se parecen. Él sigue aquí, él me sigue haciendo la plática y lo más importante: él sigue diciéndome que me quiere; pero sé que también algún día se irá, así como el recuerdo de si fue el pizarroncito o fueron unos pocky´s.

Y también fue una cajita rosa con figuras de origami.

Y también un frasquito con amarantos de chocolate.

Y también unas galletas con mermelada en forma de corazón…

…un peluche de Snoopy.

Un peluche de unicornio.

Un disco de tu banda casi favorita.

Un libro de mi película casi favorita.

Un suéter que usabas de almohada.

Tu libro favorito,

…Entre otras cosas.

Fotografía por Eduardo Pedro Oliveira