¿Hasta cuándo vamos a abrir los ojos; los del corazón, los del interior y los del espíritu?
Nos han distorsionado el concepto de felicidad por un largo periodo, implantado patrones y modelos a seguir.
El tiempo, el entorno, las malas elecciones y la falta de amor propio, se han encargado de alterar toda la realidad. Incluso, el verdadero significado del amor.
Hemos entregado tesoros a personas equivocadas, y hemos regalado momentos a individuos que no han valorado ninguno de estos.
No todo está perdido… Pues no era ahí donde íbamos a florecer, sólo echamos raíz para en primavera poder resplandecer.
Aún cuando sintamos que hemos ido apresurados, aferrándonos a que el corazón se diera prisa; no hemos llegado tarde a ningún lugar, nadie nunca aparece anticipadamente y nunca nadie ni nada, a deshora…
La sal del mar, me ha ido curando las heridas; con sus olas suaves me ha quitado la venda de los ojos; la brisa lentamente me ha susurrado que todo es a tiempo y a ritmo.
Yo siempre he creído que el amor es una droga… pero todo estupefaciente tiene un color y un sabor diferente.
Aún sostengo miedos que sembré en mi cuerpo.
Cada vez que me invade un sentimiento de afecto, el querer confiar nuevamente, el deseo de dejarme llevar por este fuerte alucinógeno llamado amor; salgo corriendo. Trato de huir y esconderme en rincones donde nadie pueda encontrarme.
En automático, envío bloqueos a mi psiquis para que éste los rechace. Es como una valla que nadie puede cruzar.
Desconfianza de entregar mi corazón y alguien lo vuelva a lesionar.
Pero, ¿Quién no está tentado a probar nuevos elixires que produzcan un gran placer?
Que yo no quiero un príncipe azul, pues lo prefiero de un color más original y menos básico, y que no lo quiero tan príncipe.
Quiero algo real, tan real como yo.
Sin usar los estúpidos métodos que la sociedad actual ha impuesto. Presentando desinterés, buscando reemplazos y romances fugaces en aplicaciones vacías; que con tan sólo un par de chats, se tienen en su cama sin inspirar a nada más; seduciendo al prójimo para en un par de semanas, botarle.
Quiero ser con alguien transparente, traslúcida, sin temor a naufragar en nuestras aguas. Que se emocione conmigo por las cosas que para los demás ojos, son simples: Un atardecer, una puesta de sol, una luna brillante, las luces de la ciudad, el olor y la tranquilidad a la orilla del mar.
Quitarnos la ropa, las pretensiones, y las barreras que construimos por los desastres antes vividos.
Bailar juntos, emborracharnos, y reír a carcajadas por nuestro trance constante.
Hacer locuras cual niños, y contemplarnos uno al otro en cada paso avanzado.
Montarnos en un cohete, viajando todo el tiempo a destinos que jamás hayamos llegado. Munchear juntos, seducirnos con nuestras luces interiores, despertar sin ropa y sin pena.
En cada beso, menos secretos; en cada caricia más unión, en cada orgasmo una total fusión de nuestras almas.
Un día a la vez, viviendo cada minuto como es.
Hacer el amor sucio, bonito, romántico, salvaje. Cada siempre en la intimidad, perdernos, encontrarnos y explotar juntos. Descubriéndonos cada día, escalando de la mano y llegando a todos nuestros límites.
Que nuestra morada sean nuestros cuerpos complementándose. El lugar donde nuestras almas puedan estar en total libertad.
Quiero ser con alguien, sin doler.
Porque ya no estamos en la época de tener amores mediocres, amores a medias.
Estamos en el momento perfecto, para explotar de emociones, de amor, de magia y de puta felicidad.
Fotografía por Karina Flores
A escuchar a mi cuerpo y a mi corazón, lo que en ese momento necesite y quiera hacer, lo hago. (Es real, no tengo un trabajo fijo, porque sé que siempre quiero volar a diferentes lugares).
Viajo a la playa todo el tiempo, y a veces trabajo allá, de pronto en la ciudad; me la paso escribiendo y aprendiendo del hoy.