¿Cómo nació este local y qué lo hizo diferente desde el principio?
El mono gramático surge en la coyuntura del cambio del corredor Balderas por parte del gobierno de CDMX. Antes situado en avenida Enrico Martínez, durante la nueva era del proyecto, el colectivo es reubicado frente al Parque de la Ciudadela. Como tal, El mono gramático tiene más de ocho años de vida en la virtualidad, durante el boom del comercio del libro en redes sociales arribamos al mercado con una oferta de libros de filosofía y literatura, pero también fuimos introduciendo el libro sobre arte y nos comenzamos a especializar en la tradición editorial mexicana de los años sesentas y setentas, la cual es muy rica en temas de diseño artístico, editorial y claro, de contenido en sus páginas. El comenzar a catalogar y mostrar ese tipo de material fue algo que nos empezó a posesionar en el imaginario del internet de la cultura libresca.

¿Qué parte del día, del espacio o del proceso creativo disfrutan más quienes trabajan aquí?
Todos los días es un reto trabajar el espacio físico, uno tiene que estar listo a trabajar el material que consigue porque dentro del mundo del libro un lugar común es que nunca tendrás el libro por el que un cliente va a preguntar. Nuestra librería es más de dejarse cautivar por la oportunidad del libro que ocupe determinado espacio. Se puede decir que el espacio siempre es un factor dentro de este mercado. Por otro lado, al estar ubicados en el parque uno tiene que lidiar con los retos que eso implica, desde la vagancia hasta el hecho de la limpieza. Al estudiar el comercio del libro en el país nos dimos cuenta que en muchas circunstancias la entrada del comercio del libro busca dignificar el espacio en el que se posa. La realidad a la que nos enfrentamos en el Parque de la Ciudadela nos alienta a responder con una curaduría que acompaña la vibra del lugar: tratamos de ofrecer libros de diferentes corrientes artísticas, apegados a las vanguardias, nos gustan los libros de foto y esto va muy bien con el lugar ya que a un costado tenemos el Centro de la Imagen. Todos los días tratamos de reinventarnos a través de las páginas, el libro te da muchas posibilidades.

Si alguien entra por primera vez, ¿qué es lo que no debería perderse?
Le aconsejaríamos estar muy atento en todos los rincones del gabinete ya que cada libro está ahí por una cuestión. Por ejemplo, ahora mismo tenemos una zona de libros de teoría del color y de la técnica pictórica los cuales pertenecían al pintor José Zúñiga. Hace unos meses pudimos comprar su biblioteca y encontramos un sinfín de afiches entre los libros, desde dibujos hechos a mano hasta firmas de otros artistas como Tamayo o Santos Balmori. Uno de los libros que más llamó nuestra atención fue uno dedicado por el escultor italiano Sciola con el cual se carteaba. Libros de ese estilo se van a encontrar entre nuestros anaqueles.

¿Cuál ha sido un desafío interesante que los haya hecho replantearse algo sobre el proyecto?
Por una parte, existe la competencia desleal, pero esto no es nuevo, si pones atención en cómo la literatura tomó al libro y al comercio como uno de sus tópicos, siempre se repiten las mismas cosas: el hecho de que existe un librero avaricioso y pendenciero o el robo de ideas, eso en realidad no ha cambiado y es difícil lidiar con los escrúpulos de la gente a través de un negocio que todo tiene que ver con la sentimentalidad.
Dentro de este mundo si uno no se está replanteando todo el tiempo la manera en la que se desenvuelve es probable quedar sepultado, durante los últimos años el cierre de librerías es de lo más común.

¿Qué influencia, idea o referencia sigue guiando lo que hacen hoy?
Diríamos que una de las directrices es la sorpresa del descubrimiento, al tener pretensiones artísticas siempre estamos buscando renovar nuestros conceptos y el libro nos ha llevado por un mundo de formas vastísimas. Por ejemplo, antes yo era un completo ignorante del mundo de la escultura y gracias al libro he podido ahondar en temas referentes, gracias al libro me volví fan de los ilustradores del libro que surgieron a partir de la formación de la SEP y del apoyo que Vasconcelos dio al libro. Me refiero a artistas tan prolíficos como de los que siempre se habla en los manuales. El trabajo que prefirió las portadas y el papel que los muros, me refiero a Francisco Díaz de León, a Gabriel Fernández Ledesma, a Roberto Montenegro, etc. Esa tradición de artistas ilustradores y diseñadores de libro alcanza a figuras de la modernidad como al recientemente fallecido Vicente Rojo.

¿Qué lugar, proyecto o persona los ha inspirado últimamente y por qué?
Siempre hemos sido fans del trabajo del librero Max Ramos, cabeza de la librería Jorge Cuesta, la manera que tiene de trabajar el libro tan concienzudamente y con pasión, es una manera de dignificar el libro, renovando el alma de las cosas viejas. Además de que es un gran conocedor de la literatura, las vanguardias artísticas, el libro objeto y el libro antiguo.
Soy muy fan de los editores como Skira, Franco Maria Ricci y Jean Jacques Pauvert, todos ellos benefactores de la cultura a través del libro. Skira es el fundador de la revista Minotauro en Francia en la cual aparecieron los primeros ensayos de los surrealistas. Ricci es el gran benefactor de la cultura en Italia y gracias a él se creó la colección de la Biblioteca de Babel en la cual Borges eligió los títulos que más importancia tuvieron en su vida. Ricci también imprimió por vez primera los trabajos que se salen del molde de la producción de Roland Barthes como un estudio que tiene sobre Arcimboldo y otro que tiene sobre el diseño de modas en París con la llegada de la revista Vogue y los diseños de Erté. Pauvert simplemente fue el descubridor de las obras de Sade, a partir de él la cultura del libro en Francia cambia profundamente.
Parece que nuestro destino es hacer un libro desde su contenido hasta su materialidad.
Si su espacio pudiera invitar a alguien a colaborar por un día, ¿quién sería y qué harían juntos?
Nos gustaría invitar a Abraham Cruz Villegas y proponerle realizar algún tipo de instalación temática sobre ciertos intereses en los que tenemos cosas en común. Él es un gran conocedor de la obra de Miguel Covarrubias y de la cultura editorial y parte de nuestro trabajo se regocija en dar a conocer este tipo de libro.
Otro gran amigo de nuestro proyecto es Cuauhtémoc Medina el cual tiene una de las bibliotecas más bonitas y completas en torno a los temas que nos interesan, estamos pensando en comenzar a realizar entrevistas para poder hablar de libros importantes o raros.

¿Hay algún objeto, rincón o detalle del lugar que tenga una historia que pocos conocen?
Como lo hemos venido comentando, el lugar físico tiene sus particularidades y pocas personas saben que durante la noche la zona de los libros se convierte en un lugar de pasiones. La Ciudadela es una zona roja casi como todos los parques o espacios abiertos de la alcaldía Cuauhtémoc, desde la Juárez a la Guerrero, ningún lugar se salva.
Si este proyecto fuera una ciudad, un libro o un disco, ¿cuál sería y por qué?
Ahora mismo estamos muy clavados con “Haven or Las Vegas” de Cocteau Twins, bien nos podríamos transformar en esas melodías. También escuchamos mucho a Lou Reed y a Talking Heads, sin duda David Byrne en muchas ocasiones ha parecido un mono. Un libro que es referencia para nosotros es “Solenoide” de Cartarescu, poeta y prosista rumano el cual se alimenta del libro mismo para dar pie a su historia. Cuando la literatura encarna el trabajo literario y al libro mismo como objeto de sus pretensiones estamos ante un género que acaece pocas veces dentro de la historia del arte literario.
Respuestas por Mario Plenti, co-fundador y encargado de la curaduría y redes sociales de El mono gramático.

