Soy una eterna coleccionista de transeúntes y tengo una melodía rota atravesada en el cuerpo.
Existe un álbum de fotos entre mis manos, nostalgia en medio de la garganta y la cámara análoga apunta hacía mí antes de disparar.
Hay una explosión inagotable de emociones en cada uno de mis dedos y un juego de pasiones al azar.
Mantengo un constante mareo el cual me mueve el piso cada diez segundos y sin duda alguna me sobra desorden. Pero tú traes a mí toda la calma que necesito. Pero contigo comencé desde cero.
Me demoré en notar los atardeceres que guardan tus pupilas porque hay neblina en medio de mi vista.
Me demoré en quererte porque tengo espinas en los músculos y a veces las llagas me sangran.
Me demoré en escribir sobre ti, porque usualmente el amor se me hace difícil de entender. De sentir. De vivir.
Me demoré en confiar en tu ser porque hay cloacas en mí que aún sigo sin explorar.
Pero mejor tarde que nunca. Siempre es mejor tarde que nunca.
Ron y humo mientras te abrazo por la espalda y te beso una a una las vértebras.
El compás de tu respiración.
El sonido de tu corazón.
Tus manos rodeando mi cintura.
Esas caricias tuyas contienen una inagotable paz.
Ese gesto particular en tu rostro cuando algo te encanta. Me encanta(s).
Fotografía por Martin Canova
Déjà vu andante y dramaqueen de tiempos libres. Diseño, me gusta crear y a veces escribí @hoyestoyraro