Tus huesos yacen como piedras hundiéndose en el océano. Me quedo en la orilla y veo la belleza de tu tormenta. Tentador, cautivador. Tus lamentos no dejan sobrevivientes. Ni siquiera yo, amante de tus olas atormentadoras.
Fotografía: Leandro Furini
Al diablo con ser una dama.