No lo soñé

Mis padres me han enviado a una escuela solo de mujeres, es más un instituto donde me enseñarán a ser más mujer. No me refiero a femenina y creo que eso lo sabía muy bien mi madre, pues al parecer no le desconciertan las conductas ahí llevadas a cabo. La arquitectura del instituto es majestuosa, parece un castillo, blanco hasta en el más recóndito lugar. Las institutrices son mujeres muy bellas y experimentadas; no hay salones ni ningún aula que funja como éstos, solo habitaciones, recámaras para ser más precisos. Mi hermano ha caído en cuenta, es un prostíbulo, un bello y confortable prostíbulo, me lo ha dicho una tarde que he vuelto a casa. He caído en cuenta de lo que sucede cuando se cierra el picaporte de las puertas de cada alcoba. Me enseñan a ser cautivadora, a seducir, me gustan las lecciones y también mi institutriz. Una mujer rubia, de curvas exageradas pero muy bien proporcionada, ojos azules y nariz respingada, como siempre la quise tener, unos labios incitadores, era erótica.

Mis recuerdos son vagos, pero de alguna forma había un hombre ahí, digo hombre solo por sexo porque realmente de hombre no tenía nada, portaba el uniforme igual que todas nosotras. Mi directora dejó que me encargara de él, de él y de su fastidiosa amiga, no encajaban en la institución. Con ayuda de Elizabeth me encargué de ellos, tuve que matarlos. Cuando les hube sacado los intestinos lucían muy pálidos, ya no sonreían y estaban un poco ensangrentados, de alguna manera podían seguir observándonos y nadie notaba diferencia alguna en su aspecto. Me gusta cómo combina su piel blanca con el rojo carmín de la sangre que mancha sus párpados y parte de su frente, sus labios también han perdido color. Lo hice, mi directora y mi institutriz me felicitan, pero ¿en dónde están ahora? Ahora que viene la policía por mí, han ido a mi casa, perturbados arriban al instituto, tengo miedo, siento miedo. Trato de seducir a uno, casi lo tengo pero no, siento cómo el peso de las esposas recae sobre mi ser. No me arrepiento, ellos, debían morir.

Fotografia por ecka’s echo