Cuéntanos un poco sobre ti y cómo te iniciaste en la fotografía. ¿Qué te inspiró a comenzar a hacer fotos?
Creo que desde siempre he estado rodeada de cámaras, pero no fue hasta el 2021 cuando alguien muy especial para mí me dijo algo que cambiaría mi vida: “Tomas muy buenas fotos, ¿por qué no te dedicas a la fotografía?”. Esa simple pregunta me hizo tambalear todo lo que creía saber sobre mí. De repente, me encontré frente a una crisis existencial, nunca había considerado seriamente la fotografía como una carrera, pero esa frase sembró una semilla que, aunque dudosa al principio, comenzó a crecer en mí.A partir de ese momento, me enfoqué en la fotografía con un nuevo propósito, pero también con un miedo profundo. No sabía cómo entrar a ese mundo, aunque algo en mí sentía que era lo que realmente quería hacer. Soy autodidacta, y mi aprendizaje fue más intuitivo que técnico, pero no fue hasta el 2024, cuando tomé un diplomado en fotografía analógica en la EAF, que realmente sentí que algo dentro de mí cambió por completo. Fue ahí cuando me encontré a mí misma, o mejor dicho, cuando la fotografía me encontró a mí. Desde entonces, la fotografía analógica se ha vuelto mi mayor pasión y amor. Es una forma de conectar con lo que siento y de transmitirlo a través de imágenes. Ahora sé que no solo capturo momentos, sino que mi cámara captura lo que llevo dentro, lo que soy.

¿Puedes hablarnos sobre las técnicas y equipos que consideras esenciales para hacer tu trabajo fotográfico?
Mi fiel y bella compañera es una Canon A1, una cámara que se ha vuelto como una extensión de mí misma. Si no tengo la oportunidad de llevarla, mi iPhone siempre me hace el paro y me permite seguir creando cuando el momento lo requiere. Soy una gran amante de la fotografía en blanco y negro, y mi rollo favorito es el Ilford HP5 400. Recuerdo la primera vez que forcé este rollo, accidentalmente, y el resultado me dejó completamente fascinada. Desde ese momento, el Ilford HP5 400 se convirtió en una parte esencial de mi proceso creativo. Pero lo que realmente me enamora de la fotografía analógica es su capacidad infinita para explorar. No hay límites, y eso me llena de emoción. He experimentado con técnicas como solarizar negativos, lo cual es todo un viaje de descubrimiento, además de probar métodos como lumen prints, quimigramas y cianotipia. Cada una de estas técnicas tiene su propia magia, su propio proceso que hace que el arte se vuelva más tangible y profundo. Lo que más amo de la fotografía analógica es lo orgánico, lo casi radical que se vuelve en tiempos como estos, donde todo es inmediato.

Me encanta el proceso de tener un límite de fotos; cada una tiene que ser tomada con seriedad, pensado en cada disparo, y ese es uno de los mayores aprendizajes que me ha dado: la paciencia. El hecho de que, cuando tomas una foto, no la verás de inmediato como en las cámaras digitales, sino que hay una espera, una expectativa, y te obliga a estar 100% en el momento. Es un proceso que, de alguna forma, me ha enseñado más sobre mí misma: sobre la frustración, la paciencia y sobre superar los miedos al no tener control inmediato sobre el resultado. La magia del revelado, especialmente cuando lo hago yo misma, es un momento único. No saber realmente qué capturaste hasta que la imagen se revela es una sensación que no se puede comparar. Es pura emoción, es como abrir un regalo, un descubrimiento, y eso es lo que me encanta de la fotografía. No solo es el resultado visual, sino lo que siento en cada paso del proceso. Me ha enseñado que la fotografía captura lo que uno siente, porque la cámara no engaña. Es un reflejo auténtico de nuestra mirada, de nuestras emociones.

¿Qué te inspira a la hora de crear nuevas imágenes? ¿Tienes algún ritual o proceso creativo que sigas para encontrar inspiración?
La música es, sin lugar a dudas, mi mayor fuente de inspiración. Es como un puente directo a mi interior, una vía para conectar con mis emociones más profundas. Pasar horas escuchando música me permite sumergirme en un mar de sensaciones, pensamientos e imágenes. Cada canción tiene el poder de hacer que mi mente se llene de visiones, de recuerdos, de emociones a flor de piel, todo lo cual se traduce en nuevas ideas para mis fotos. Es un lenguaje que habla directamente a mi corazón.

Me muevo por y para el sentimiento, buscando siempre la belleza en los pequeños detalles, esos que a menudo pasan desapercibidos. Me fascina cómo lo más sutil y lo más simple puede tener un significado profundo si uno sabe verlo. Mi cámara es mi forma de capturar ese sentir, de transmitir lo que me habita, lo que no se puede poner en palabras. Cada foto que tomo es un reflejo de mi corazón, de lo que me conmueve, de lo que me hace vibrar. Busco que mis imágenes no solo hablen de mí, sino que logren conectar con quien las vea, de una manera que tal vez no esperen, pero que sientan profundamente.

Tiendo a ser una persona melancólica y nostálgica, y es en esa dualidad donde encuentro mi mayor inspiración. Mis sueños, mis vivencias, mis amigos, mi familia, los libros que leo, los lugares que exploro; todo lo que me rodea tiene algo que contar y es parte del proceso creativo. Para mí, la inspiración está en todas partes, solo hace falta estar dispuesto a verla y a sentirla.

Mi proceso creativo, aunque libre y fluido, siempre tiene un propósito: estar presente. Trato de no perderme del momento, de no dejar que nada me distraiga mientras busco esa esencia, esa magia que hay en cada instante. No hay ritual fijo, pero sí hay algo que me guía: la conciencia de que cada imagen es una conversación entre mi cámara y mi ser. Es una danza de presencia, de conexión, de estar completamente sumida en lo que hago, sin prisa, sin distracciones.

¿Cuál es el consejo más valioso que has recibido en tu carrera dentro de la fotografía?
El consejo más valioso que me han dado vino de Graciela Iturbide, una fotógrafa que admiro profundamente. Ella me dijo: “Toma fotos, y si quieres ser fotógrafa, sé fotógrafa.” Puede parecer simple o hasta obvio, pero fue algo tan revelador para mí. Me hizo entender que a veces somos nosotros mismos los que nos ponemos las barreras más grandes. Nadie me impide ser fotógrafa más que yo misma.Ese consejo me abrió los ojos de una manera que no esperaba. Fue una invitación a ser valiente, a creer en lo que soy capaz de hacer, a seguir mi pasión sin dudas. Desde ese momento, decidí que no iba a esperar más, que la fotografía no es algo que hago, es lo que soy.

¿Qué pregunta le harías a tu fotógrafx favoritx?
A lo largo de tu trayectoria, ¿cómo has hecho para seguir siendo fiel a tu visión en un mundo que constantemente te ofrece otras expectativas?