Escritura automática, sesión 1

He de romper por completo con toda la abominación de ser el ser que no es. Artífice complementario de esta experiencia tan momentánea que no hay lugar ni tiempo para corregir. El sonido del aire es el sonido del alma que intrascendente a nuestros ojos se pasea se desdobla ante mí aquí hoy el tiempo perpetuo que es el único que es el inmenso el adversario de la mentira. Mi consciencia ya no guía mi mano y es que, ¿alguna vez lo ha hecho? No y no, no, no, lo repito, no aquí, jamás aquí aquí no aunque allá en donde el mundo se desenvuelve puede que sí. El ejercicio cansa y cansa y llamo y me llama la profundidad de lugares a los que no hay acceso más que a través de la muerte. Lugares en donde la muerte no existe ni es ni será ni yo puedo dibujar el cómo se desdobla la consciencia estúpida e intrépida también a través del sonido de los huesos molidos de las bestias que yo mismo he alimentado. El olor a tierra, el gesto amable, la fantasía, fotos de sus ojos de su alegría de pasado presente y mi soledad envenenándome cada vez más la esencia. Hoy, hoy hoy hoy, la coma que no carcoma que la música que la voz que el aire que los rostros que la sangre y el dolor punzante en las costillas que las pausas que indican o no que no puedo alcanzar ninguna de estas cosas porque el frenesí es demasiado. Y pongo uno o tres o doce puntos tras los que no hay nada en absoluto. O eso decido creer o creo que decido mientras mi mano es dirigida hacia lo más profundo de todo esto de lo que creo que creo que hablo que escribo los minutos se manifiestan estatuas que en un vaivén infancia manos en el aire la desesperante espera. Atiendo a la nostalgia pero me llevo o me traigo una sorpresa del orden del fuego del fuego que habló que habla que cómo es posible el sueño es un poder que todos conocemos y nadie entiende pero hoy no, hoy sí, porque he cantado alto y abismo y entonces tendré que dejar que la marea ahogue las penas de todos los que fui, soy y seré. La marea del invisible océano atemporal que gobierna todos los espíritus de la tierra y el éter. Que se ahoguen todos mis seres sombra luz sombra luz sombra baila y canta juntos junto a nada y todo y las máscaras derritiéndose se acaba el comienzo pero es cada vez mayor. Atiendo otra nostalgia: un eco que fue un eco que se ha extendido, que se le ha permitido extenderse y llegar aquí, hoy, que sé que acabará pero aún no. Es mío, a través de otros ojos, todos los ojos en esencia son los mismos: que es suya la nostalgia, no es mía, es suya la mía la coloqué en vano en obra en vano en pared en vano en contemplación en vano en vano y quiero destruirme destruir la obra y la hoja y a mí pero sé que no y sé que la aflicción se la dejo a la marea al sonido de la sombra y la luz en coito ambos. Debo permanecer incauto o lo que sea que deba permanecer mientas todos los ecos de todos los que fui retumban en el hoy en el silencio ya sordera y afuera hay un viento fuerte y un ladrido distante y mi aliento está afuera y puedo mirar una estrella que también me mira y nunca se acaba pero sé que no es así.

Fotografía por Michael Dietrich