Hoy desperté un poco enojada.

Hoy me levanté y me acordé de ti.

Hoy me desperté y te extrañé. Extrañé mucho tus besos, fue raro casi como si nunca lo hubiera hecho porque si lo quería lo tenía al alcance de mis manos. Y me puse a llorar. De esas veces que sientes cosas feas en la garganta como si esas mariposas se hubieran podrido y solo quieres eliminarlas de tu sistema. Lloré muy profundamente, me pareció muy triste el hecho de que mi llanto haya sido tan fuerte.

De pronto te quise a mi lado y tuve tantas ganas de agarrarte las manos y darte besos inesperados, de esos que me parecen hostigantes, pero que son jodidamente inevitables. Tenía ganas de sentir tu voz y estar hechados jugando esa app que tanto te fascinaba.

Cómo no te voy a extrañar si estaba loca por ti. No quiero profundizar mucho porque sé que ya no va a ser igual.

Inmeditamente me puse a pensar que no merecía esto y que llorar es desestresante, pero no cuando lo haz hecho seis meses consecutivos.

Hoy me levanté y me sequé las lagrimas.

Fotografía por Amanda Aura