Dudas
¿Debería decirte cara a cara que quiero que seas sólo para mí? Esta es la pregunta que ronda mi cabeza desde el inicio, la cual no he hecho por no arruinar lo que ya tenemos y funciona, por seguir las reglas no escritas de nuestra relación.
Siento tus brazos alrededor de mi cintura y olvido por completo el discurso que había preparado durante las 2 horas que tarde en arreglarme para ir a verte, y que repase una y otra vez durante los 30 minutos de tráfico para llegar; todo empieza con un “Quiero que salgamos a cenar en vez de pedir a domicilio”, en el medio el millón de razones por las que me encanta estar contigo, y el millón de razones por las cuáles valgo un chingo la pena, y termina con un “Sólo dime si te quieres comprometer al cien por ciento en esta relación, para saber si es o no la última vez que nos vemos”; pero desde que abres la puerta y me recibes con una sonrisa gigantesca gritando mi nombre en diminutivo y me dices lo mucho que me extrañaste los días/semanas/meses que no nos vimos, desisto de luchar por cambiar el rumbo de la relación, y prefiero quedarme inmovil contigo en las 4 paredes de tu apartamento, pidiendo comida, viendo películas, metiendonos cosas por la nariz, y platicando hasta que llega el amanecer.
Cuando me voy al otro día después del desayuno la pregunta en mi cabeza queda olvidada, pero en la noche, en la soledad de mi apartamento la pregunta inicial cambia, ahora es ¿Estás bien sabiendo que eres la segunda mejor opción? y me enojo conmigo, y salgo con mil personas intentando encontrar alguien que me interese, pero todo intento de no compararlos contigo es inútil.
A los pocos días de nuestro último encuentro aparece un mensaje tuyo en la pantalla de mi teléfono, y toda la soledad que sentí los días lejos de ti desaparece, y en cuanto siento ese calor dentro de mi pecho me doy cuenta de lo poco saludable que es para mi la relación.
Me arreglo, pido un uber a tu apartamento, mientras sólo dejo que el ciclo vuelva a comenzar sin siquiera darme cuenta…
Fotografía por Pierre Wayser
23 años, nunca sé cómo describirme. Escribo todo lo que no tengo el coraje de decir en persona.