No te busques ya en el umbral

Marcha hacia la muerte.
Dedicándose a la gestación 

de una nueva vida.

Embarazo imaginario.

En secreto, se abandona en un sillón
y, olvidada de nosotros, se sonríe a sí misma.

Mira al trasluz,
con el júbilo callado 

con que los niños descubren
las maravillas de la tierra.

Dios de adolescencia.

Luz de victoria.

No se permite perder del todo la conciencia:
temor no confesado,
sentido en la vigilia eterna del arrepentimiento.

Otra vez, viento sin destino.
Se queda hueca
y se deja llenar
del paisaje aniquilado.

Centra algo.

Elija y gane.
Reposo momentáneo.
El gris extiende su tiempo sin esperanza.

Ayer y mañana fueron, y serán, lo mismo.

Lluvia y frío
se llevaban todo:
la voz,
el calor,
la alegría.

La soledad entra por la alta ventana,
helada, húmeda,
la única
en la orilla deshabitada del mundo.

Resulta inútil ensayar palabras,
tener recuerdos.

Viento y lluvia
siguen,
y seguirán,
hasta borrar los rastros.

Fotografía por Olisthima