-
Las aguas del olvido
Mi piel entera se resistía, con la aversión de quien atenta contra su naturaleza, pero no tuve remedio y me armé de valor, porque para llegar a mi cabeza había que filtrarse por cada uno de los poros de mi abandonada piel.
Mi piel entera se resistía, con la aversión de quien atenta contra su naturaleza, pero no tuve remedio y me armé de valor, porque para llegar a mi cabeza había que filtrarse por cada uno de los poros de mi abandonada piel.