Ha pasado un año desde la última vez que te dije cuánto te quiero. Han pasado dos años desde la última vez que estuve contigo y no sentí miedo. Supongo que eso es el amor, o al menos eso era nuestro amor.
A veces te extraño. A veces no puedo evitar sentir rencor.
La primera vez que hiciste esto, yo te dije que no iba a volver a perdonarte, y hoy creo que, si me hablaras, yo te perdonaría, porque te extraño, porque te pienso, pero sé que tú no lo haces y eso es suficiente para yo evitar hacerlo.
Quizás si hubiera sido más valiente o me hubiese dado cuenta a tiempo. Quizá no había nada de qué darse cuenta. Quizás trato de dar una justificación a que te hayas ido. Realmente todavía no lo sé y tampoco creo saberlo algún día.
Y es que no te necesito todos los días o todo el tiempo, es a veces: cuando hace frío, cuando estoy sola, cuando estoy triste, cuando debo ir a lugares lejanos y cuando hago planes a futuro.
A veces quiero huir, correr hacia donde estás. A veces quiero correr hacia los recuerdos en los que estamos en la sala de mi casa, los dos en el mismo sillón, cuando venías a verme, cuando soportabas mi humor, cuando me abrazabas y no importaba cómo me veía, decías que era la más bonita, cuando veías a mi familia y cuando me decías que yo no tenía que hacer nada que no quisiera porque tú podías estar ahí para mí, porque tú me ibas a cuidar siempre.
Y quizás eso fue lo que te alejó, y yo te entiendo. Me daba miedo todo, y no era por ti. Fue el egoísmo. No quería perderte y terminé haciéndolo. Pero te veo feliz, o al menos eso es lo que siento.
A veces pienso en qué hubiera sido si yo hubiese actuado diferente el día que me quedé en tu casa, si no hubiese tenido miedo, si me hubiese dejado llevar por lo que sentía y te hubiera dicho la verdad.
Y es que el hubiera no existe y todo el amor que me tenías de un día a otro se esfumó. Pero te veo feliz y eso es suficiente para que guarde todo lo que siento.
Y si sirve de algo, todos te extrañan, aunque sé que no vas a volver. Y si sirve de algo, todos los días te pienso.
Creo que quiero ponerme en tu lugar, tratar de entender por qué me abandonaste, pero sería mentirme, porque nadie abandonó a nadie, y siento culpa porque yo dejé que te fueras.
Hasta hace unos meses seguía muerta de miedo, miedo de aceptar las cosas, de decir en voz alta lo que siento, de decirle a todos que yo arruiné lo nuestro y que, en realidad, quizá nunca existió lo nuestro.
Pero estaba tan cansada de lo unilateral que puede ser el amor, que te hice sentir igual a cómo me siento.
Fotografía por Paula Mariana Ramos

Vídeoarte, guion, diseño de producción, arte urbano, textos tristes. A veces Sadnenita, a veces nada.
