Alejandro Zambra: Entre Nicanor Parra y R.E.M.

He aquí un autor divertido, neo/existencialista y que me parece tiene el tono que conecta con muchos de nosotros que crecimos en ese mundo ambivalente en el que veíamos MTV, escuchamos R.E.M. y que por X o Y entramos o visitamos las aguas de la literatura. Alejandro Zambra, un chileno radicado en México; la pluma que desplaza o que utiliza es directa, prosa pura. Con la habilidad de poder transmitir sentimientos complejos de una forma directa, “sin rizar el rizo” como dirían algunos estetas ortodoxos literarios de Coyoacán.

De sus textos rescato muchas cosas, entre ellas el diálogo que casi siempre comparte sobre lta relación que sus libros—y él—tienen con sus editores. Situación que quienes hemos tenido uno o varios editores entrañables lo encontraremos acertadísimo, ya que hay varias cosas que aunque son únicas y muy personales son también universales. Esto sucede en “Cuento de Navidad”. Texto breve, sólido de leer, sacado del horno bajo la muy atinada editorial Gris Tormenta. En este texto que podría ser una “crónica personal tirando a ensayo” el autor nos lleva por recovecos amplios autobiográficos en el que él/la protagonista es la relación/diálogo/conversación con el editor más cercano que ha tenido. Yo empecé a leer a Zambra justo con este libro, que es uno de sus últimos y sugiero ampliamente hacerlo así. Con los libros de Zambra parece estar muy permitido empezar al revés. Ya que en muchos de sus libros hay mención y guiños de sus libros anteriores, pero nunca spoilers. Posterior a este “Cuento” que no sigue una forma literaria específica—ni tampoco se trata de Santa Claus—están  “No Leer” y “Tema Libre”. Ambos libros nos llevan con historias diversas a un universo lúdico, tierno, lleno de pasajes que uno diría “yo viví algo así” o “¡me lo imaginé! Muy cercanos, de una aproximación íntima, muy especial. 

En un desorden cronológico de la obra de Alejandro, yo recomiendo leer “Literatura Infantil” un libro sobre ser hijo y ser padre al mismo tiempo. Sobre cosas que se escriben y difícilmente se dicen. Sobre esas metodologías que no se saben exactamente cómo se hacen y que nos dicen mucho sobre cómo es el acto de vivir. Un andamiaje de textos que nos hacen sentir compasivos, donde podemos mirar en direcciones distintas, donde el autor nos describe esos momentos donde “re/aprendemos” a gatear para conectar con esa raíz biológica que trasciende lo genealógico. Un paseo que se siente otra vez muy personal del autor y que paradójicamente no es repetitivo. 

Siguiendo este buen intencionado paseo de este muy contemporáneo autor, hago un genuino exhorto a leer “Poeta Chileno”. Una novela divertida, que late en las manos de quienes la visitan. En palabras de mi amiga Nadia P B—lectora agudísima—“¡Es una novela que lo tiene todo!” ¿Por qué es una novela que lo tiene todo? Porque tiene historia, arte, referencias literarias, comedia, melancolía, nostalgia, actualidad y una pluma prolífica con una edición impecable. En esta novela no hay un solo momento en el que te sientes perdido. No hay pasajes de esos que no sabes porque el autor está metiendo todo eso. Todo es directo, tiene una intención, y al mismo tiempo no revela a destiempo. Es impredecible. Es una obra sobre poetas que no tenían idea de qué era la poesía, que llegan como todos los artistas llegamos al arte: con muchas ganas, con objetivos ambiguos y quizá lo más importante descubriendo cómo es disfrutar el presente a través de la lectura y algunas otras pocas veces en la escritura. Con una intención de hablarnos de un nuevo paradigma en el que nos encontramos sin fatalismo, y con muchos guiños que nos confirman que todo está y va a estar bien. Con apariciones imperdibles de Nicanor Parra, y de una vasta cantidad de poetas en su mayoría chilenos que acompañan a un conjunto de protagonistas con identidad súper variada. Todos torpes, geniales, absurdos, humanos, tan humanos como tú y como yo. Bajo una luz tenue cálida que nos hace sentir caminar por estas letras en un ambiente seguro. 

Dando casi por concluido este paseo tengo el atrevimiento de decirles que en este autor hay muchas razones para leer. Sus cuentos y novelas son como de un amigo que te va contando una anécdota antes—o durante— el acto de tomar el autobús o el metro, o mientras te haces un café. De esas que se agradecen por ser aparentemente ligeras, pero que se potencializan con el tiempo, muy poco tiempo. Todo para dejarte un aftertaste de una literatura que nos dice esto es así: la vida transcurre y nosotros somos felices en un mundo donde el cariño, la amistad, el arte y los vínculos trascienden esa nube mediática oscura que las redes y medios tratan de meternos a la de awebo.

Visiten a Alejandro Zambra. Lo más seguro es que después de leerlo ustedes terminarán con la sensación de que han conocido a un amigo, que te ha presentado a muchos otros entrañables seres humanos. Y acaben como yo, disfrutando la memoria de haberles visitado y conocido a través del poderoso y necesario acto de poner atención, imaginar y sublimar. 

Fotografía por Hako Otoño