He soñado con volarme la cabeza. Desde que era un niño, lo he soñado.

Pero ¿hace falta valor para hacerlo, no?

El valor que no he tenido desde que era un niño.

El valor que no tuve de adulto para quedarme contigo.

El valor que no tuve para decirte ‘te amo’.

Pero sí tuve el valor para salir corriendo de esa ciudad, de esa casa.

De tu cariño, de tus sueños, de tu vida. Ahora tengo el valor para escribirlo y no tengo miedo de mostrarlo.

Porque escribirlo es como dispararse en la cabeza.

Y morir con cada palabra al recordarte. Todo este tiempo he estado muerto en vida.

Siempre me disparé en la cabeza con tu recuerdo.