Veranos cruzados

Se reveló ante mí la planicie calurosa de concreto, sin tanta gente caminando como solía hacerlo. Determinada en mi acción, caminé hasta la quinta avenida. Escuché un zumbido lejano, en mi mente se presentó la imagen de un abejorro gigante. Al entrar al lugar, ordené una ensalada de rábanos con lechuga.

En una de las mesitas, un hombre leía un periódico. No logré ver su rostro. Elegí el lugar ideal para recibir alguna brisa despistada.

–No haría eso si fuera tú. Un dron nos espió por la ventana toda la mañana – susurró.
–Pienso quedarme un breve momento, me esperan del otro lado.

Dejó de leer y entonces pude ver que mi interlocutor era Charlie Kaufman.

–¿A dónde vas? – preguntó.
–Viajo a 1968.

Fotografía por cem celik