Vamos a terminar el año

Vamos a terminar el año como ninguno anterior: asumiendo que todo lo que se lee en esta red, en cualquier otra red, desde hace trescientos y tantos días, es un personaje. No soy yo y no eres tú. Es el lado bueno, amable, sensual, romántico, inteligente, aventurero, consciente y chistoso que queremos mostrar: el prototipo ideal de nuestra mente no siempre racional.

Ese personaje que durante la vuelta al sol no habló sobre la vez que casi se orina por no encontrar un baño público o de la vez que pensó que su madre era tonta o de la noche en que esculcó la cartera de su mejor amiga o de la fiesta en que se le insinuó a la esposa de su primo.

Vamos a terminar el año hablando de que cada Compartir nunca sale de una pantalla y que cada Me gusta a veces Me-da-igual. ¿Cuántas carcajadas reales se reflejan con un Me divierte?

Y que mis publicaciones, a ojos de un desconocido, son prueba de mi idiotez. Y viceversa. “¡Estoy rodeado de idiotas!”, pienso cuando veo argumentos con los que no concuerdo. “¡Qué imbécil soy!”, pienso otras veces cuando nadie concuerda conmigo. Y borró el post porque la opinión ajena es más fuerte que mis convicciones.

Vamos a terminar el año hablando de que un Me gusta cambia todo: si te lo da quién te atrae, te sientes soñado; si lo ves de parte de tu pareja hacía otra persona, la furia te invade.

¿Te has preguntado cuántas veces has hablado con una chica que resulta ser un pederasta de 57 años? ¿O cuántas veces has conversando con alguien que tiene la charla entre una pestaña de Hentai y una solicitud de filiación a un grupo racista?

Vamos a terminar el año con la posibilidad de mostrar nuestra felicidad con una foto… después de 15 tomas fallidas.

Un minutos después: cero comentarios / diez minutos después: un Me gusta /  diecisiete minutos después: “Qué guapo, sobrino. Salúdame a tu mamá” / al otro día: tres Me gusta, dos comentarios y un Me encanta.

Vamos a terminar el año con el celular apagado y el cerebro prendido. ¿O viceversa?

Fotografía por Martin Canova