Una perpetua aceptación

Incluso detrás de un texto hay pensamientos arriba de las inferencias
que son como las nubes, ese cielo indescifrable.
Existe un infra-paradigma detrás de todo,
un pensamiento detrás de la foto
que puede ser un gran secreto o una profecía.

La realidad en que vivimos es indivisible,
el pensamiento infinitamente posible.
El presente representa una única línea divisoria de lo que entendemos por real,
en cambio ese tiempo es una astuta inmediatez del pasado y el futuro
ligado solamente por nuestra mente.

He sido un romántico de primera,
debo repetir toda esa pamplina de sentimentales:
recitarte un poema en silencio y que jamás escucharás,
debo decir tu nombre y no esperar decirlo en voz alta ni de casualidad
a pesar de que puedo romper la realidad y hablarte en tu ausencia.
Y ante semejante ridiculez decido barajar mis posibilidades,
mirar detrás de la ventana.

Por lo pronto te estoy olvidando,
quiero demostrar que no te pienso todo el tiempo.
Pero si leo lo anterior
prácticamente me estoy demostrando a mi mismo esa misma imposibilidad,
mas no la imposibilidad de demostrarme lo ridículo que soy.

Una perpetua aceptación es la resignación,
los alcohólicos reconocen su vicio
y no precisamente la omisión de su adicción es su cura, sino el auto-control.
Si analizamos mi comportamiento, la aceptación sobre mis proposiciones es muy clara
y en cambio puedo controlarlo en el plano de lo inmediato,
pero hay una superposición de posibilidades y es la que me atrapa.

Voy a recortar tus contornos,
recorrer tus miradas,
voy a recortar tus ojos circulares,
le pondré una final a tu espiral.
Voy a suponer que cuando vuelva a ver la luz ya no tendré tu sombra;
los rostros de tu sombra,
la sombra de tus labios;
todas las sombras que tienes o que tuviste cuando te convertiste en sombra.
Sombra de mi vida, sombra de una sombra que ensombrece la sombría sombra ensombrecida
de mi circular historia.

Fotografía: Cem Çelik