La fila de tus dientes derechos y rectos, las perfectas pero imperfectas facciones de tu rostro, me hacen recordarte aunque lleve meses sin mirarte al espejo.
Tu nariz chata y desviada, aquellas cejas pobladas como una villa, tus ojitos mas pequeños que las conchas del mar pero que me hacían nadar sobre lo cafe de tus pupilas.
El hombro dislocado, las piernas mas estrechas y delgadas que holgaban de tu cuerpo.
Tu cintura desproporcionada, tus manos rasposas y ásperas por los años de la experiencia vivida.
El hueco entre tus clavícula donde cabía un charco de mi saliva al besarte por las tardes antes de que llegaran tus padres.
Como no echar de menos las mañanas con chilaquiles y el café especial de tu madre.
Fotografía por Martin Canova
Hay posibilidades no probabilidades.