Trabajo para hacer algo con esta puta confusión

Sentada en la alfombra durante horas silenciosas
desde la infancia, he contemplado mi vida y al mundo entero
ahí en el piso frente a mi en pedazos.
He probado todas las combinaciones posibles, las técnicas más comunes,
pero no puedo hacer que embonen.
No puedo encontrar un lugar estable para mi en el motivo,
pero conozco los consejos típicos: comienza con los bordes.
Pero, la verdad es que no hay contorno claro
porque no puedo rastrear ninguna línea que no esté en disputa, borrosa o cruzada.
La única frontera clara es la que hay entre mi y todo lo demás.
Una fina membrana transparente que respira mientras yo respiro
estirándose y restringiendo, coloreando todo lo que veo,
incluso a través de este lente, la visión es desarticulada.

Moteado con puntos ciegos,
hay demasiadas divisiones, demasiados espacios para que todo haga sentido completamente.
Me han dicho que trabaje de afuera hacia adentro,
pero no confío en el exterior, está hecho un desmadre y es peligroso.

Este pinche espacio donde todo choca.
Casi todo, superficial, sin sentido, pero con un chingo de poder, que todo define.
Así que me quedo el núcleo, el centro desconcertante que se supone que viene al último.
Hago todo al revés, volteo todo hacia adentro,
intentando construir algo bueno en mi entorno controlado,
la cámara interior de mi cráneo.
Y aún así, hay algunas grietas que no puedo cerrar,
hasta las piezas que no siempre se quedan pegadas.

El contacto es difícil y puede dar miedo,
y cuando creo que ya lo he descubierto
algo de mierda pasa y todo se cae en pedazos una vez más.

Mi refugio precario, así como un pinche castillo de naipes
simplemente colapsa y luego se reparte una mano nueva.
¿Cómo es posible que con tiempo y esfuerzo las cosas parecen estar más madreadas?

Otro método común es compartimentar,
ordenar por tamaño, forma y color,
pero no puedo clasificar mis percepciones.
Cada una está gritando, deseando ser escuchada, vista, tocada y entendida
desesperadamente en necesidad de ser experimentada y llevada a dormir
y ser curada de alguna manera, con una cura prometida que yo no puedo ofrecer.
Se agrupan, se cristalizan
enredadas y malladas tan cerca
que a veces es difícil notar la diferencia
entre que ha pasado y que me han hecho,
saber donde termina una y donde comienza la otra.

Las sensaciones y las simpatías y todo fusionado en uno,
todo listo para ser arrancado en lugar de ser separado limpiamente.
Todo hecho mierda,
qué poca información he reunido a través de los años.
Como si lo hubiese recuperado a costa de una cirugía a corazón abierto,
con manipulaciones cuidadosas de mis pensamientos íntimos,
un collage revuelto, parchado y suturado
con puntos de cruz y constantes interrogaciones.

Es trabajo solitario, con intentos de dibujar algo de este caos
en donde frecuentemente me confundo y me abrumo por la escala de la tarea.
Ya ves, no hay patrón final y ningún guía al cual acudir
y no lo puedo hacer todo de memoria
y no es que sea escasez, ineficiencia ni falta, pero
es más pintoresco que fotográfico,
aunque me he aprendido de memoria cada detalle
de las calles por las que he caminado,
de la gente que valió la pena conocer y hasta de la gente que he despreciado en silencio,
y de cada edad que he tenido.

No puedo confiar en ese terco bocado de carne que tiene una mente propia,
cuando intento volver a trazar las características de una cara
me dibuja un mapa nuevo, una nueva geografía.
Se desvía tomando caminos sinuosos, rotondas de largo aliento.

Por instancia, no te puedo imaginar sin agua corriendo, sin un cielo azul,
sin la luz más pura que impregna todo el retrato
haciéndolo translúcido.
Una imagen residual ardiendo dentro de mis párpados.
No puedo pensar en ninguna era pasada de mi existencia,
sin colores específicos, vívidos como salpicaduras de sangre.
Sin música repitiéndome la historia que he forjado,
sin una canción ni un baile específico, embellecido en retrospectiva,
magnificado, mejorado, tal vez falsificado
hecho sublime o conmovedor.

Lo que puedo decir es que mi cerebro es caprichoso y a veces no confío en él, pero, quizá
en el final, así es como debe ser.
Si no es completamente preciso, al menos es cohesivo con
una narrativa imbuida de justicia poética.
Tal vez todo está muy enfermo, queriendo hacer que las cosas sean plenas.

No puedo arreglar todo lo que está mal a mi alrededor,
pero posiblemente puedo arreglar lo que está mal dentro de mi.
Mi creación de vidrieras tiene bordes afilados,
y nada se queda en su lugar.

Nunca completaré este autorretrato en un espejo roto,
este rompecabezas diabólico con demasiadas piezas móviles.
Una y otra vez, mi obra maestra desfigurada.
Como el trabajo de Penélope, como un castillo de arena contra las olas incesantes
me siento y reflexiono, y muevo las piezas.
Trabajo para hacer algo con esta puta confusión.

Fotografía por Em Bernatzky