Cuando el insomnio se apodera de mí y no tengo a una persona a mi lado para desahogar mi angustia, sé que todos tienen a alguien, excepto yo.
Cuando veo a las parejas tomadas de la mano caminando por el parque, sé que todos tienen a alguien, excepto yo.
Cuando me encuentro en un restaurante, miro a mi alrededor las mesas con dos o más comensales, sé que todos tienen a alguien, excepto yo.
Cuando voy al cine, veo al grupo de amigos que comparte palomitas y golosinas, sé que todos tienen a alguien, excepto yo.
Cuando mi vecino sale a pasear con su perro, sé que todos tienen a alguien, excepto yo.
Cuando recuerdo a mi abuela regando las guirnaldas de su jardín, sé que todos tienen a alguien, excepto yo.
Cuando estoy en una fiesta, observo a las personas bailando, bebiendo y charlando, sé que todos tienen a alguien, excepto yo.
No importa el día, la hora ni el lugar, incluso si estoy acompañada, sé que todos tienen a alguien, excepto yo.
Fotografía por Lúa Ocaña.
No sé quién soy ni a dónde voy, pero escribo para encontrarme.
Fan de las historias melancólicas y dramáticas.