To the boy I found that night

Le debo una oda a esa noche, o mejor dicho a esas horas de la madruga en donde te encontré mientras bailaba, solo tomo que diera una media vuelta para estar enfrente de ti , de tus ojos del color del mar y quedar atónita ante tu presencia. Me gustabas de vista de unos meses atrás y fue una coincidencia que los dos estuviéramos ahí y más aún que estuvieras justo detrás de mí. Me miraste, tomaste mi mano y bailamos, conforme las canciones iban sonando, tú te acercabas más y más, hasta que me besaste, y juro que ha sido de los mejores besos que he tenido en mis 23 años. Tus manos rodearon mi cintura y las mías tu cuello, hace mucho tiempo que no tenía esa sensación de excitación y nerviosismo que te recorre todo el cuerpo, tú la provocaste en mi en cuestión de segundos. Bailamos el resto de la noche hasta que el club cerró. Todos los taxis estaban ocupados, no había manera de volver a casa a menos que camináramos, una vez más tomaste mi mano y empezamos a andar sobre la carretera. No temía de los carros que pasaban a toda prisa justo a nuestro lado, pues tu presencia me hacía sentir segura a pesar de conocerte de tan solo un par de horas. El camino a casa era largo nos dio tiempo para platicar de todo: la universidad, los viajes que habíamos hecho o queríamos hacer, nuestros países, las historias de nuestras mejores fiestas, en fin, sobre todo lo que se nos ocurrió. Cuando llegamos a mi departamento, me besaste una vez más bajo el cielo a pleno amanecer.

No podía creer que estuviera contigo y en esa situación, me gustabas, me gustabas realmente. Agradecí haberte encontrado esa noche, aunque sabía que tal vez se tratase de esas noches en donde todo inicia y acaba al mismo tiempo, pero no me importaba, le jugaba al momento. Sugeriste ir a mi habitación, no me resistí ni un segundo y te llevé. Me quitaste la ropa lentamente con un tacto que mi piel no había sentido, palpaste cada centímetro de mi cintura, pecho, espalda, piernas, hombros; yo hice lo mismo con tu cuerpo. Me hiciste el sexo como nadie había tenido la consideración de hacérmelo, y me provocaste más cosas que la mayoría de los hombres con los que había estado. Los dos llegamos al punto máximo de efervescencia para después nos quedamos tirados en la cama, hasta que tu celular empezó a sonar, eran tus padres, tenías que irte.

Te vestiste, recogiste tus cosas, suspiraste un momento y me besaste. Antes de irte me miraste y dijiste: “¿Por qué no te había visto antes? Como si fuera un reproche al tiempo que perdimos al no habernos conocido antes y yo me arrepentí de no haberme acercado a ti tiempo atrás.

Después te fuiste, me dejaste con una sonrisa tonta en la cara y alegría por todo el cuerpo. Más tarde ese día salí a la estación de trenes para comprar un boleto, nunca nos volveremos a ver, pero al menos existió esa noche.

Fotografía por Bill Dane