Tina Para Dos

“It rained all night. We lost all the crops. That was the time when I left the town. I traveled across Mexico. When I arrived to Mexico city I wander on the streets. And then I saw that bakery. It was a nice job. We usually sold all the bread before noon. But that was before the fire. And that was before you. You were the reason I didn’t quit.”

Estas fueron las primeras líneas que te escribí cuando me pediste que te contara una historia. Y es que yo siempre escribo historias de extranjeros. Quizá es porque nunca me sentí de esta ciudad a pesar de haber vivido toda mi adolescencia aquí.

Recuerdo la vez que te pregunté si habías publicado “días de enero” en google plus por mi y lo único que dijiste fue “te conocí en enero… y siempre hablas de lo mucho que sientes que no perteneces a este lugar.” También recuerdo que te dije que técnicamente había sido con la luna en mi nariz ya que nos habíamos besado por primera vez en la fiesta del vivero y ya había obscurecido. Aparte de que mido casi dos metros así que tampoco me queda tan lejos.

Me he detenido un buen rato antes de comenzar este párrafo enunciando la lista interminable de cosas que habría hecho para que no te fueras. Cada cierto tiempo la actualizo y esta se va reduciendo. Siento que es porque cada vez más me convenzo de que la gente se queda en el amor que sientes por ellos. Y que en realidad los mitos de el amor romántico y las películas de Ashton Kutcher nos han vendido una idea muy pobre de lo que es amar a alguien.

Todas mis historias también están llenas de música, y justo ahora escuchando a SURESTE veo cómo siempre las respuestas están ahí.

“Leyes universales, lenguajes,

códigos de amor, comunicación

Palabras secretas

decisiones blancas entre tu y yo

No existe el tiempo, no existe un lugar

la distancia no importa, no existen maneras,

los planes no existen

Ya no hay vuelta atrás, ya no hay que ocultarse,

somos mucho más.”

Cuando era pequeño quería ser físico teórico (tengo un punto, lo juro), recuerdo haber pasado tardes enteras de mis 8 años estudiando la teoría de la relatividad y soñaba con comprobar la teoría del multiverso y los viajes en el tiempo. Y ahora que murió Stephen Hawking me puse a ver videos de él, y su sentido del humor. Siempre dicen que la gente inteligente es gente triste, se lo dice un distímico con 182 de IQ que su “genialidad” no le ha servido de nada, ni siquiera para sentirse un poquito inteligente. Sin embargo yo creo que el pasaba ese punto de quiebre en la ecuación. Ese lugar de el sistema en donde los factores provocan una singularidad y él, en efecto, era feliz.

En una de sus entrevistas una chica le preguntó que qué opinaba de la salida de Zayn Malik de One Direction (una tragedia a mi parecer) a lo que el le respondió “Una chica con el corazón roto debería de concentrarse en estudiar física teórica, para algún día ayudar a comprobar la existencia de los múltiples universos. A esta chica le gustaría saber que en un universo paralelo, más allá de los límites de este universo, existe otro universo en donde Zayn sigue con One Direction, y que en otro, ella está casada con él” Me gusta creer que en ese universo en donde One Direction no se separó es el mismo en el que vivimos en Brooklyn y yo te llevo al MoMA en donde eres curadora y de ahí me dirijo a algún café a seguir con otra investigación sobre sonido. O preparo otra pieza de arte sonoro que obviamente tú vas a curar porque el único universo donde dejo que alguien más toque mi obra es en el que decidiste marcharte, Zayn Malik se separó de One Direction y mi abuelo no alcanzó a verme sobre un escenario. Casualmente el universo en el que nos tocó vivir.

Sólo una cosa te podría reclamar, y es que me convirtieras en quien soy hoy y no te quedaras a ver que lo hice desde el corazón. (Y que no me dejaras darte un último beso antes de pedir mi Uber a la verga mientras un cholito pasaba con “Wonderwall” en su bocina porque claro, esas cosas sólo me pasan a mi).

No podía de terminar de escribir esto sin escuchar esa canción que dice:

“hacer a un lado el corazón , y así convertirnos en piedra,

volvernos eternos e inmunes al dolor,

obligarnos a pensar que esto nos guardaba el destino”

Mantra que me he repetido diario para que no duela el hecho de que ya no volveremos a usar esa Tina Para Dos.

Fotografía: Bernardo Aldana