Todos somos esclavos del tiempo. Somos esclavos del momento perfecto que nunca llega. No somos más que súbditos de las manecillas del reloj, de esa estúpida rítmica que nos atormenta día y noche… de un tic toc que hace eco en nuestro interior y suena más fuerte que nuestra propia consciencia. Pertenecemos a esas manecillas del viejo reloj que se encuentra, según tu, olvidado en el tercer cajon del buró que ya no usas.. pero son esas mismas, ancianas, anticuadas manecillas, que siguen dándote ordenes a gritos que tú no puedes cuestionar.
Fotografía: Dominic Clarke