Te dije que no me iba a morir de amor.
Te lo dije.
Un susurro haciendo eco entre las montañas que tanto adoras.
Un grito a medias en tus labios callados.
El desierto en tu ventana, y el sudor en la mañana…
Te lo dije.
Los cigarros en la banqueta, quemados hasta el final, con el karma viéndonos fijo desde la esquina,
las cervezas casi tibias a las cuatro de la mañana, y el destino en los dedos entrelazados;
fieles testigos del cuento que se va a contar cuando ya no duela.
Y ya no duele
Y aún duele.
Las violentas dunas que inhalamos, se quedaron bajo tus pies,
puras blancas mañanas que saboreaba entre tus brazos,
los brazos que me soltaron…
Igual no me iba a morir.
Te lo dije.
Siempre te lo dije.

Fotografía por Abel Ibáñez G.