Una mañana fresca de 1968, mi vecino un niño de 10 años llamado Charlie Kaufman que soñaba con ser director, me dijo –no olvides mirar al cielo, podrían estar observándote- sin duda sus palabras me erizaron la piel.
Esa misma tarde nos reunimos para discutir los términos de lo que parecía el fin de la lucha. Al término de la asamblea, me quede en el aula imaginando nuestra victoria. De pronto vi algo moverse -¡No! ¡Un dron nos espió por la ventana!- grite, -¡Rábanos, Lo saben todo!- pensé. No había tiempo, tome mi suéter, tenía que advertir a todos que mañana no fueran a la plaza de las 3 culturas, de golpe, sentí el aire frió que entraba por la ventana rota mientras me desvanecía.
–Alejandro Arcos
Fotografía por cem celik