El sol asoma sus primeros rayos en la habitacion, el telefono suena freneticamente, es la alarma, Takeshi abre sus ojos y recuerda que tiene que ir a clases. Hoy es la ultima clase del año.
hay miles de asuntos que todo ser humano piensa al llegar al final de cada año y siempre son algo abrumadores, para Takeshi son insoportables, su excelente promedio escolar parece ser insuficiente para sus padres que estan empecinados en que se convierta en un matematico prestigioso (o al menos asi se lo dan a entender).
Las inclinaciones artisticas siempre han sido algo relativamente mal visto en el pequeño pueblo de Mogami, en la prefectura de Miyagi.
Takeshi amaba pintar, siempre empezaba con pequeños trazos algo torpes que se convertian en preciosas obras de arte, su mayor ambicion era ser reconocido por ello.
Ahora. El ambito social para el era algo completamente diferente, decir que sus habilidades sociales eran bajas seria una atenuacion severa, eran bastante malas, las personas parecian no entenderlo y el no entendia a las personas, tal como si hablaran idiomas diferentes.
Por eso le resulto extraordinario cuando un dia, luego de soñar con eso miles de veces y de ensayar la situacion en su cabeza aun mas veces. Se quedo pasmado, pero Uchiha, la chica mas popular de la escuela lo invito a su fiesta de fin de escuela, Takeshi acepto, ese dia corrio de vuelta a casa para contarles a sus padres la noticia, al llegar sintio un fuerte olor a humo. Vio a su padre en el patio frontal frente a una fogata, con una expresion llena de odio, era pesadillesco.
Eran los cuadros de Takeshi, los habia descubierto y los estaba quemando uno por uno, hubo una pelea con golpes de puño (no tan ocurrente como aquellas de los animes), hubo gritos y lagrimas, el resentimiento entre ambos padres y su hijo se habia vuelto demasiado evidente y desde entonces ya nada era igual entre ellos.
Por resolucion paterna y materna Takeshi estaba bajo castigo estricto. Ante esta realidad de reclusion impuesta el pintaba, pintaba durante los dias y las noches y casi sin descanso, como si su vida dependiera de ello.
Cercanamente como si hubieran pasado tan solo unas horas entre la invitacion y el evento, llego el dia de la fiesta, huyo de su casa con el proposito de no regresar nunca. Estaba pobremente preparado pero lo compensaba con su conviccion de hacerlo (para el esto era suficiente para que funcione).
Llego a la fiesta despeinado, indiferente y sintiendose enteramente fuera de lugar pero pensaba una y otra vez “he estado mas molesto, he estado mas triste, no es nada, esto esta bien, esto esta bien”
Trato de socializar con diversos resultados, penso en como tras cada fracaso se volvia mas sabio pero se pregunto cuando mierda iba a ser tonto y feliz.
Hasta que encontro a Uchiha y comenzo a hablar con ella, tras cada torpe faux pas social ella le respondia con una sonrisa y a veces riendo, a medida que el intercambio progresaba, la comodidad y cercania del uno con el otro se volvia aparente. El ya no tenia miedo del mundo, de las personas, de sus padres o de la vida. Fue ahi cuando Takeshi entendio que por primera vez en su vida era su verdadero yo y sonrio al notarlo.
La fiesta comenzo a transcurrir normalmente para el, algunos momentos despues gracias a la valentia otorgada por el alcohol. El y ella se lanzaron a la piscina junto a los demas concurrentes. En medio del alcohol, el humo de marihuana, los gritos, el agua, las risas, en medio de los acordes de the cowboy song de Thin Lizzy, en medio de las sonrisas y los comentarios de Uchiha, Takeshi decidio dejar de pensar.
No era sus padres, ni su crianza, ni su historia, ni su pueblo, ni su ropa, ni los colores de sus pinturas, ni sus expectativas sociales. Takeshi era solamente Takeshi y eso debia ser suficiente.

Fotografía por Paco Poyato