Me desperté convencida que me habías escrito durante la madrugada.
Estaba segura que me habías mandado una serie de mensajes, y que uno decía:
–Necesito amor.
Y me acuerdo la electricidad que me agarró en el cuerpo por leer este mensaje en ese limbo, entre despierta y dormida. No entender bien el contexto. No me acuerdo de toda la seguidilla de mensajes, sólo ese.
–Necesito amor.
No tenía ningún pronombre. No necesariamente era mío. Pero, estaba en mi celular.
Claro esta, no respondí, porque con suerte puedo llegar a agarrar el teléfono si estoy dormida, y lo hice porque fue una secuencia de vibraciones que me arrastró a un mínimo de conciencia. O eso creí.
Me levanté esta mañana -técnicamente no era de mañana porque me quede dormida olímpicamente-, agarré el teléfono y no había tales mensajes.
Ni uno.
Sólo como nos despedimos.
No hay mensajes de madrugada.
Azul es mi alter ego. Azul es quién se permite pensar, actuar y, por sobre todo, sentir. Azul es quién lidia con las emociones que Maca, claramente, no puede. Azul acepta que no se puede ser fuerte todo el tiempo. Azul es la mejor versión, solo la conocen quienes son dignos de ella.
Azul es Azul.