Aprendo a perderme en lo que creo debería pensar, en cómo debería sentir y en cómo debería actuar. Camino pisando lugares que desconozco. Un paso en falso y una enorme trampa se alza frente a mis ojos. No comprendo muy bien qué clase de sitios he visitado, ni cuanto he esperado en cada lugar.
Dejo que el tiempo pase y nada cambia, me cuestiono con cada acción el cómo debería actuar ahora para que el cambio comience. Solo logro acrecentar el vacío que empieza a apoderarse de mi pecho. Solo puedo dejar que me devore lentamente mi propia ausencia y seguir pidiendo a gritos compañía.
Pasan días en los que no soporto estar sola y no lo noto en demasía, pero recurro con cierto desespero a brazos que lejos de sujetarme, parecieran empujarme. Caigo en un rincón lejos de la luz y comienzo a sentirme sola. Mi postura, antes erguida, muta dando paso a un sin fin de sensaciones que empequeñecen mi espíritu.
Estoy otra vez deslizándome en la ciudad salvaje, preguntándome incesantemente por mis sentimientos, repitiéndome cómo he perdido mi valía ante el rechazo. Intento parar el mar de pensamientos en el que ahora parezco ahogarme. Miro a quienes me rodean y no encuentro refugio alguno. Me tranquilizo un poco de la forma más precaria que conozco, pero el sentimiento siempre permanece.
Fotografía por: Li Guanqun