Desbordo material radiactivo a cada suspiro que doy.
Me estás comiendo de tus manos, ilusión miserable.
Espero con paciencia a que mis pies toquen tierra para frenar estas masoquistas ganas de entregarme al pecado e ir al infierno, aquel que se levantara en tu habitación; donde los
únicos ruidos serán los nuestros, desbordando lamentos seductores, intercambiando miradas
llenas de lujuria, adorando nuestros cuerpos, profanando los oídos de quien esté al otro lado
del muro, sufriendo por exhalar pequeños respiro de vida.
Entregados al ritmo, entregados al desastre.
Dos almas, dos respiraciones agitadas, un solo suspiro.
Vaga ilusión, mantente encendida en el grosor de mis sábanas, por debajo de mi piel, oculto
detrás de las pesadas cortinas que cubren mis ojos, déjame tocarte cuando más indefensa
este.
Abrázame y dime que eres mío.
Dilo aun cuando la tierra se detenga.
Grita que eres mío cuando en tu cama se postre una nueva compañía; porque de tus labios
brotan las más bellas mentiras.
No pares de profesarlo hasta que me hagas llorar de dolor y placer .
Respétame en mi mejor posición y yo te demostrare que el amor no solo es sexo, café y
besos cortos.
Aun cuando en tu cabeza resuene: «tiene justo lo que estoy buscando», pero de tu boca se
escape un débil: «Leave».
Escritora de medio tiempo.