La vida seguirá, y las personas saldrán para colocar sus puestos de ropa en la banqueta de la calle principal, pero ya no los verás.
Y alguien afilará su herramienta para trabajar; un becerro tomará la hierba en el suelo para comer; y ya no los verás.
La pintura roja, de la calle de la esquina, se desgastará y las canciones que tanto te gustaban de Alberto Vázquez, llegarán al millón de reproducciones en algún lugar. Mientras alguien toca a la puerta blanca y cuenta los pasos para llegar a donde estás. Pero nada de esto tendrá sentido porque ya no estás.
Y aunque nada tenga sentido en el mundo terrenal, cerraré los ojos, iré al país del sin tiempo, allá donde sí estás.
Te veré sentada a la mesa con las mujeres de mi vida que ya no están. Eres libre y descansas en paz.
Las palabras me visitan a todas horas del día y yo las invito a pasar.