Veo muchos rostros, algunos llevan tu nombre pero ninguno se parece al tuyo.
Nadie será como tu. Jamás.
Crees que debería avanzar pero sin importar cuantos pasos dé o en la dirección que vaya, te encuentro.
Me tropiezo con lo que una vez fuimos.
No quiero hacer planes con nadie, no, no quiero. No porque no crea más en el amor o porque me sepas a fracaso, al contrario, te quiero aun, más todavía.
Las situaciones cambian, los besos, los bailes, las sonrisas, las mañanas a tu lado, se las ha llevado un fantasma que nos agobiaba y eso jode un poco porque jamás se está listo para decir adiós.
Pensé que por el resto de tiempo que la vida me diera, tendría tus manos, tus ojos con las pestañas llenas de deseos que aún no pides, tu lunar enorme y el cuello que tanto me gusta besarte, tu risa y las bromas, las canciones y tus bailes, el aroma de piel, la espalda arañada a la mañana siguiente, tus ganas de contagiarme vida y ganas, tu sonrisa, tu sentido del humor y tu voz, esa que aún suena en mi cabeza pero que poco a poco pierde fuerza y no quiero olvidarla.
Aún pienso en ti y en todo lo que una vez fue nuestro, porque para mi el amor no termina, el sentimiento seguirá siendo tuyo. No he dejado de creer que un día te veré de nuevo, quizás por casualidad, quizás por accidente mío que verás como tropiezo o quizás por ganas tuyas, pero si un día pasa de nuevo, hagamos que la segunda o tercera vez se parezca siempre a la primera vez que lo intentamos.
Fotografía por Stanley Bloom
Mala si quieres.