Llevo la cuenta de los cafés, y de las servilletas blancas que me guardo en la camisa.
Sesenta y seis cigarros te he fumado.
Catorce besos y una noche perdida para olvidar un cumpleaños de enero.
Llevo la cuenta de los cafés, y de las servilletas manchadas.
Seiscientos sesenta y seis veces he exhalado el humo caliente.
Catorce versos, un enero nublado, y tu fecha en mi tarjeta.
Llevo la cuenta y un buen de servilletas blancas en la camisa.

Una geminiana-cholita-ñoña-kawaii que apenas está empezando a entender que el tiempo es un concepto, y yo, una idea.