No te quiero de promesas, te prefiero eterna en la vastedad del espacio, en el tiempo que sobrevaloramos y en su inmensidad me gustaría perderme en tus lunares y en tu dislexia emocional.

No hablo de un futuro, pretendo un presente contigo, quiero tus flores llenándome de colores, tu sonrisa de desayuno, ser la brisa acariciando tu piel y ser en tus mañanas la taza de té.

Y te puedo ver y sentir en la canción que no tiene tu nombre pero habla de ti, en tu libro preferido, en tu sabor favorito y en el ocaso.

Me encanta la simplicidad con la que me haces ver la vida y como tu agua de mar sana mis heridas.

Por tu olor y tu sombra que viven conmigo, no podré decirte adiós, aunque no estés.