Se me hizo fácil

No me gustaban los pendejos, aún así, me acosté con la mayoría.

 

El que fueran de distintas nacionalidades, midieran más de 1.90, guapos, alimentaba mi ego. 

 

Algunas veces cogí por ocio, o tristeza,  otras, para dejar de amarte. 

 

Se me hizo fácil tener relaciones sin involucrar sentimientos o escrúpulos, 

sin ataduras ni consecuencias, quería probar tu versión. 

 

No esperaba nada de ellos, no hacía preguntas

y tampoco las contestaba.

 

No deseaba intrusos en mi universo,  mi cabeza no tenía espacio para algo tan burdo, 

su vida no me interesaba, menos saber sus nombres.

 

Se me hizo fácil, me acostumbre a la soledad y a cuidarme sola. 

La compañía me generaba conflicto.

 

Tenía terror de mi memoria, las experiencias dulces me llevaban a ti, a nosotros:

nuestro amor, nuestro silencio, nuestra piel, nuestros besos, nuestras miradas, nuestro adiós. 

 

Me propuse no volver a sentir felicidad, esa sensación tímida y suave me laceraba la mente 

con tu imagen. Lo cierto y lo que inventé para no olvidarte. 

 

Escogí caminar en solitario, sentía pereza de tener que ceder mi espacio

y mi corazón a alguien que no fuera yo misma. 

 

Pasaba de sentirme inmensa y poderosa, 

a sentirme sola y vulnerable.

 

Dentro de mí, añoraba el amor, necesitaba que alguien me cuidará, 

extrañaba el calor que genera otro cuerpo, la seguridad que da el ser amado.

 

Me estaba quedando sola y no sabía si era porque me gustaba 

o porque mi inconsciente quería castigarme.

 

Se me hizo facil culpar y juzgar, me estaba probando que tan lejos podía llegar,

mi falta de misericordia contenía mi ira y mis lágrimas.

 

No me gustan los pendejos, pero en la cama duerme uno mientras yo escribo de ti.