Con tus heridas y tus guerras,
tus pisadas y tu camino, viniste arremolinando el caos que ya vivía dentro del alma.
Con tus silencios y tus ojitos,
con tus montañas y tus demonios, abriste las calumnias de los infiernos.
Erramos en acertar.

Y así se nos fue el tiempo, entre el soñar y despertar.
Una oleada de desvelos  que ahogaba la fe.
Marea de lágrimas,
una oleada de sal insalubre…
Nos hundimos en el vaso.

Arena y mar en la cocina
Cadena y mal en la cama.

Con tus cicatrices y tus batallas,
tus carreteras desoladas y manecillas sin hora, viniste arremolinando el mar entre las piernas.
Con tus melodías y tus miradas perdidas,
con los fantasmas entre las montañas de noches estrelladas; mi demonio, abriste el cielo en tu boca.
Acertamos en errar.