Una habitación, una cama, un tocadiscos, un amplificador de transistores, un hombre, el silencio.
Es sábado en la noche y hay solo tres luces encendidas, la pantalla de mi celular, la pantalla del amplificador y el LED del tocadiscos.
Estuve esperando una llamada o por lo menos un mensaje, pero no hubo nada. Decepcionado pero no sorprendido.
I could feel at the time
There was no way of knowing
Fallen leaves in the night
Who can say where they’re blowing?
Y así transcurre la noche, en calma, con el sonido de viejas canciones, con el ruido de mis pensamientos y la soledad de la vida.
Sin mensajes, sin notificaciones, sin pensamientos del futuro ni esperanza.
Dicen que a veces, en este tipo de situaciones, puedes sentir una soledad inmensa que incluso podemos verla en el lento avance de las manecillas del reloj; pero yo no tengo reloj, al menos no de los que tienen manecillas, así que a veces no me doy cuenta de qué tan solitario es estar en mi habitación un sábado por la noche o en cualquier otro día.
But now it’s come to distances and both of us must try
Your eyes are soft with sorrow
Hey, that’s no way to say goodbye
A veces siento que estoy esperando algo que sé que nunca va a pasar.
Y la soledad se convierte en una playlist
Se convierte en recuerdos
Se vuelve un ticket de una cafetería
Se vuelve la sangre que escurre de mi nariz golpeada.
De nuevo en la cama vuelves a pensar en la muerte
y llegas a lo mismo: cuando más te acercas
menos terrible resulta.
Duro, justo y valeroso. Nunca buscando una pelea, nunca dándole la espalda a una.