Es cierto, soy tan mía como lo soy de nadie, la ingrata, la iracunda, infeliz caprichosa bajo la lucidez de miradas muertas, sentenciadas.
Esa, es una falda muy larga, la de las penas amadas, los gritos cantados, la sal, ingrediente de las angustias y sazón a lo conocido, envuelve mis piernas, cubre mis pasos, templa los roces del frío.
Del corazón a la existencia.