Sentados frente a frente me hablas de nosotros mientras observo el encuentro continuo de tus labios.
Qué injusto no poder volver a ser extraños nunca más y repetir ese primer choque entre aire frío y aire caliente que nos ha vuelto remolino indestructible.
A mi espiral infinita quédate el tiempo que quieras.
Fotografía: Anton Fadeev
Il nome mio nessun saprà.