Receta de lentejas de la nonna

Hueles a madera y tu espontaneidad es la de un niño. Estoy consciente de tus lejanías, por eso hoy, te recito las palabras arrugadas de mi bolsillo. La casa está en los pies, primordial entonces, saltar de techo en techo. Fué ahí donde me encontré a Julio, el cual, después de un par de encuentros me confío su receta secreta de lentejas.

Lentejas con verduras de la Nonna

1- Imagínate una burbuja y crécela

2- Empuja hasta volarte la cabeza y ahí, éntrate. Desde ese punto es preciso mirar al sol de frente, siempre.

3- Cava un hoyo en la tierra, del tamaño de una olla. Las semillas siempre salen del fondo, las apropiadas para lijar un nido dentro de otro nido, como a baño María. Quizás te entren ganas de llorar al bajar corriendo pero recuerda que todo se malinterpreta a oídos expectantes. Te lo digo yo que me percato de las conjeturas, huye de lo pertinente. Por eso las palabras, perdón, las lentejas, hay que dejarlas remojando en agua toda la noche, después, siempre al colador y las dudas, por favor al sol.

4- En secundaria se enseña que el orden de los factores no altera el producto, pero yo te recomiendo picar todos los ingredientes antes que nada. Construir las palabras de la misma forma en la que se pica la cebolla, con la punta afilada; recuerda que el truco, está en la forma de sostener el cuchillo.

5- Con la aglomeración de verduras, es preciso jugar hacer los ojos para atrás, con el único propósito de meternos a la palabra, a la receta digo. Me dirás entonces que todo se vuelve un despapaye entre la piña y la mañana, pero con consciencia y colaboración, el fuego sale, no cocinas sola.

6- Para combatir la redundancia; derrapar, siempre. Te lo advierto, la seguridad te la da el movimiento y para hacerte espacio, hay que cambiar la maceta.

7- Con la olla precalentada, las verduras y los sinónimos, hacemos crujir el papel, teniendo claro que somos procesos; aquí, allá, debajo, encima y a la vuelta. Yo te doy el tiempo; tiempo para entrar a una librería a leer los títulos, leer respuestas. Todo, para sacarle punta a las raíces, elemento esencial en las lentejas.

8- Mezclar. Las palabras llegan a tener cierto son de decadencia si no las mezclas con ritmo, quizás el pragmatismo ciegue nuestro centro, yo te recomiendo por eso, revolver también las pequeñas coincidencias tiradas en la calle de la revolución. Ojo, revolver el asombro, como en una composición circular, no por el hecho de integrar, sino de volver y volver y volver, en círculos. Sentirlos, como una reverencia a la lenteja.

9- Vivir el día sin residuos, en cada movimiento, abrir una ventana. El A’s debajo de la manga está en ob(ser)var el vuelo del pájaro, que recién nacido, habita en lo más profundo de la olla. Recalco que poco importan las distancias cuando de imitar al agua se trata.

Si, así es.

10- Imposible detener un río, ya tu madre lo decía, solo dos tazas de agua. Las lágrimas, como las letras chiquitas, son parte de la receta, pero con templanza, que la decepción, sala el platillo.

11- Poco importa que te hable de proporciones, cuando todo es a ojo de buen cubero. Con la fé entre el lápiz y el papel, yo te recomiendo utilizar todo. Resquebrajarse, con el único propósito de revelar el buen olor de la cocina.

Por último; no confundas el pegamento con el limón. Si continuas removiendo, serás balcón de carácter público; atenta, que hay cierto labor en la ventana, en la dirección de la bala, lo bueno es tratar las distracciones como direcciónes.

Quizás encuentres en los bolsillos los ingredientes que te faltaban, o quizás, algún transeúnte vecino los tenga, quizás, están debajo de la ventana o en el refrigerador, esperándote. ¿Son ellos los que te esperan o tú a ellos?

Todo a fuego bajo.

Todo te lo digo porque valoro mis pequeñas costumbres, en cierto lugar, volarás en círculos al hacer trenzas, ahí, no pares. Reconoce cada esquina, escríbela y agrega las especias por mera intuición. Aquí en nuestra mesa, te pregunto; ¿Cuántas cucharadas necesitas para elevar el vuelo?

Después de 1 hora, el onirismo del plato hondo arranca tus estructuras corporales, hazte espacio y súbete al subterráneo; línea 3. Si lo precisas, me buscas en la hora azul. Aférrate al leño sin preguntar, anticipar o regresar. Siéntate de moñito, con las palmas al cielo y en línea recta.

Ahora cambia de página que quizás mañana, en lugar de lentejas, te haces un arroz.