Rábanos estragados

En un cuarto:

Para Adrián todo parecía seguir congelado en los 1968 fotogramas que había demorado su madre agonizando -porque para él los segundos habían pasado a ser eso-

Pero no tendrían sentido sin Abigail, que pasaba cada mañana sentada en el retrete mientras comía algunos rábanos estragados esperando morir para así ocupar también algún espacio en la mente de Adrián, haciéndole sentir un diálogo -o tal vez más- de la primera película que vieron juntos y con la que siempre basó su relación como si de un guión de Charlie Kaufman se tratase, sólo que esta se llamaría: Un dron nos espió por la ventana.

Y los recuerdos no se eliminarían: pues no existen, como este fragmento de habitación.

Fotografía por cem celik