La cara verdadera ya no existe,
solo reflejos de lo que me sostiene.
En mi alma los colores vibran por libertad,
vibran por amor,
pero solo son rastros que en oscuridad no se perciben.
Oscuridad perpetua de mi apertura hacia lo carnal,
lo imposible.
Fragmentado entre realidades que yo he creado.
Todas colapsando,
como quien sede entre la presión y el fuego.
Creen ver a través de mi, pero solo es el reflejo de lo que ellos pensaron.
¿Y si fuera lo verdadero?
Afilé mis esquinas esperando que nuestro tacto fuera fatal,
pero solo para ti.
Todo lo que protejo,
todo lo que importa,
sigue allí,
enfermo,
mezclado,
agitado,
sin armonía, imagen o forma.
Esperando a ser fracturado y liberado
de esta prisión imposible.
Fotografía por Abel Ibáñez G.