Primera Carta

Si me detuviese a contar cuantas mujeres he conocido con el paso de los años; diría que son pocas a comparación de alguien que habita en un mundo sin muros. Si me enfocara a describir a cada una de ellas; dudo que existan tantas palabras para explicar cada parte en que tienen divididas sus almas. Pero sin duda, serian palabras que desecharía una vez haberlas pensado; y el pensarlo me hace avivar y saber porque estoy a las cinco de la tarde esperándote afuera del subterráneo; para cansar juntos esas pocas horas que restan del día, el último de la semana.

Odio entonar las palabras que todos los humanos utilizan comúnmente para describir y demostrar a lo que llaman “amor”; finalmente si “el amor es algo inventado para sentirnos mejor” como alguna vez me lo dijo alguien cercano, yo puedo crear una manera propia de decirte que te anhelo sin hacer esa conjugación, puedo decirte que he esperado este día con solo sonreírte al verte acercándote a mí, y podría llegar a decirte que te amo sin articular mi mandíbula: sin que un sonido emane de mi cuerpo y choque contra el borde de tu falda negra que luces tan bien.

Es difícil para mí decir algo con tanta claridad: así que solo diré que estaré dispuesto a ir a encontrarte al otro extremo de la ciudad, a arroparte en las noches, aunque estas sean calurosas, a veces, a ayudarte con las luces que suelen estar apagadas en tu habitación, a sacudir las cenizas de tus bolsillos.

Por ahora tengo hojas en blanco que son dedicas a ti, sólo el tiempo dirá con que notas las llenaré.

Fotografía por Sakis Dazanis