Perdonar y agradecer

Perdón por olvidar el cómo hablarte, perdón por dar las cosas por sentadas;

Perdón por dejar de lado las llamadas, por haber dejado cada día de conquistarte.

Perdón por permitir que el mundo se me venga encima, por agobiarte cada día con pequeñeces;

Perdón por no saber ni lo que digo a veces, por provocar esa incertidumbre asesina.

Perdón por aferrarme siempre al pasado, por pensar que otros tiempos eran mejores;

Perdón por dejar que me dominen los temores, por darme cuenta tan tarde en todo lo que he fallado.

Perdón por no saber pedir perdón de otra manera, por agobiarte siempre con miles de palabras;

Perdón por mis manías tan raras, por traer el otoño de mis dudas a tu primavera.

Perdón por malgastar así tu tiempo, por no parar de pedirte perdón;

De comunicarme contigo parece que perdí el don y ahora de darte gracias llegó el momento.

Gracias por llenarme las mañanas con tus besos, por iluminar mi camino por las noches;

Porque contigo olvidé qué eran los reproches, porque me enseñaste a sentir el amor hasta los huesos.

Gracias por mostrarme un mundo totalmente nuevo, gracias por devolverme la sonrisa;

Por enseñarme a vivir sin prisa y por el néctar de tu piel que cada noche me bebo.

Gracias por tus palabras de consuelo, por tu caricia que me reinicia el mundo;

Gracias por tu risa que borra cualquier mal en menos de un segundo, por ese beso intenso mientras acaricio tu piel de terciopelo.

Gracias por hacer de aquella casa un hogar, gracias por llenarla de calor y tu perfume;

Por ese amor que a los celos es inmune, y por hacer de cada alimento que preparas un manjar.

Gracias por haber apostado por mí en aquel momento, gracias por volver a hacerlo cada día que pasa;

Por la paz que me regalas cuando afuera es tan escasa, por querer seguir siendo la musa de este cuento.