Pasitas temblorosas

Siempre guardabas un lugar para ellas, un lugar para 292 calorías cargadas con una buena dosis de chocolate. El perfecto motivo para enseñarle a tu cerebro que la cartera, las llaves o cualquier otro objeto, no pertenecía al bolsillo izquierdo de tus jeans.

Hasta tu equilibrio se había acostumbrado a ellas y su presencia azu-ca-rosa.

Y en verano, cuando metía mi mano en busca de aquella delicia, mis dedos salían manchados. Te cuestionaba sobre ellas y porqué seguías cargándolas.

“No se, me gustan”

¿Realmente te gustaban?

Entonces llegaba el invierno, y me gustaba comerlas. De verdad las había extrañado. Sólidas y no pegajosas.

Tú no las comías cuando estaban perfectas. Las comías solo cuando quedaban algunas,si es que quedaban… Porque nunca dejaba tus bolsillos vacíos, más que en los días que hacían menos de 30°.

Fotografía por Richard P J Lambert