Paréntesis y repeticiones

No quiero declaraciones de amor.
No quiero restas ni dolores.
No quiero amores románticos ni normados.
Quiero multiplicar(nos), dividir(nos) y sumar(nos) en la cama, tirando las cobijas al suelo cuando vuela mi ropa interior.
Te quiero con té y cenas agridulces caminando por el parkway.
Te quiero a ti sonriendo entre mis piernas mientras me dices princesa.

Llegas y flotas, te tambaleas por mi cerebro y esta vez no quiero buscarle una explicación. No quiero buscar(nos) una razón de ser.

Tus ganas de hacer(nos) el amor.
Tus ganas de cambiar(nos) el destino.
Tus ganas de descongelar(nos) los miedos.
Tus párpados que reposan.
Tu sangre de acuarela.
Tu habitación, esa en la cual ya me acostumbré a besarte mientras duermes.
Tu mala ortografía, esa que me hace querer tocarte con todas las figuras retóricas que conozco. Hacer metonimias con tus ojos y ánaforas con tu cuerpo. Sí, ese que me da ritmo, ese que quiero repetir.
Una y otra vez.
Sí. Una y otra vez.

Quiero quererte mientras me devoras los temores y me abrazas los dedos.
Quiero besarte mientras me muerdes la penas y el sol te atraviesa la piel.
Quiero acurrucarme en tu cuerpo mientras duermes en mí.
Quiero que habitemos entre dos paréntesis y abstraernos un ratito del mundo.
Porque contigo las palabras no se acaban.
Porque contigo sentirme vulnerable no me significa ser pequeña.

Tengo ganas de tinto y pizza a las 9 de la mañana.
Tengo ganas de bailarte en medio de destellos violetas en casas ajenas.
Tengo ganas de tomar tu mano y salir corriendo a donde sea que nuestros pies nos lleven. Lo más lejos posible si es necesario.
Tengo ganas de que me consumas con soundtrack de Kali Uchis en colchones prestados.
Tengo ganas de sonreír contigo.
Tengo ganas de dormir contigo.
Tengo ganas de viajar contigo.
Tengo ganas de soñar contigo. Sí, sólo si es contigo.

Fotografía por Martin Canova