Últimamente percibo señales con interferencia, no se si sea por culpa de mis cicatrices o por el deseo de ver sombras en la obscuridad. Estos estímulos vagos y aleatorios alteran la frecuencia de la luz que entra en mis ojos. El rostro de las palabras falsas se introduce por mis oídos y visualizo sus facciones en mi regulador de voltaje. Alcanzo a ver su pequeño ojo burlón en el led rojo que se enciende cuando esta en funcionamiento, su boca sinvergüenza en el interruptor que ladra cada que hay una caída de tensión eléctrica. De vez en vez también veo su nariz en el anaquel donde guardo mi herramienta, sus cejas y pestañas en las cuerdas de mi guitarra.
Todo esto me recuerda que el fiasco producido por la boca de las personas equivocadas debe de ser inversamente proporcional a las ganas de no volver a intentarlo.
Tropezar en la dirección correcta es la única manera de avanzar.